sábado, 11 de noviembre de 2017

La función de la hacienda en la formación de la Nueva España


La historiadora Alejandra Moreno Toscano dice que el siglo XVII fue el lapso en el cual se definen las principales estructuras de la Nueva España, particularmente la hacienda, que se consolida como su principal unidad de producción, básicamente para fines de consumo interno.
Restos de una bodega en la hacienda
de Tepetongo, en el estado de
Zacatecas. En el fondo, la torre
 de la capilla. Foto: GGEdelosM
Esta sucinta idea de la función de la hacienda en la formación de la Nueva España fue escrita por Moreno Toscano en la Historia Mínima de México, un libro publicado por El Colegio de México en la década de 1980 para dar al público en general un vistazo general de la historia de este país, desde los tiempos precolombinos hasta la segunda mitad del siglo XX.
Relata ahí, Moreno Toscano, que los agricultores ricos del virreinato se percataron de la necesidad de crear un centro de producción agrícola que les permitiera sacar provecho de las condiciones adversas de la geografía y el mercado. La mayor parte del territorio carecía de tierras irrigadas naturalmente por ríos o lagos, lo que hacía difícil la labranza. Al mismo tiempo, la existencia de dos tipos de comunidades, una española y otra indígena, limitaba las posibilidades de venta de la producción de la hacienda, puesto que los indígenas en el siglo XVI y XVII practicaron el autoconsumo.
Vista parcial de una parcela rural en torno al templo
católico de Noria de Ángeles, una ex-hacienda convertida
en una municipalidad del estado de Zacatecas.
Foto: GGEdelosM
Fue en ese contexto en el que se vio la posibilidad de implantar las haciendas, que se ocuparan de la siembra de granos en tierras de temporal y de la ganadería en zonas extensivas de pastoreo, especialmente en los agostaderos de las partes bajas de las montañas.
El sistema de haciendas requirió de tiempo, un largo “proceso de formación y adaptaciones sucesivas a las condiciones de la economía colonial”, porque existía un mercado reducido para los cereales que producían las haciendas, limitado a los españoles, los mestizos de las ciudades, los trabajadores de las minas y las bestias de carga y tiro. Los indígenas no se incorporaban a ese mercado porque consumían el maíz que producían para sí mismos. Así fueron armadas las bases económicas de la Nueva España.

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