miércoles, 12 de julio de 2017

El mapa de Ptolomeo


Hubo un tiempo en que los mapas se imprimían en lienzos de piel de venado o papiro y lo más conveniente para su observación era extenderlos sobre una mesa. Se dice que los planos de ubicación tallados en piedra son tan antiguos como la humanidad y hay quienes datan el más viejo en el sexto milenio antes de nuestra era, una pieza mesopotámica. Pero los mapas, como artículos de la ciencia de la cartografía, comenzaron a ser parte de la vida de los viajeros hasta bien entrada la Edad Media, el muy vilipendiado periodo de la historia que, pese a todo, nos ha legado tantas costumbres e industrias, ligadas a la religión, el arte, la filosofía, la ciencia y la tecnología.
El mapamundi de Ptolomeo, reconstruido
por Johannes de Armshein en 1482.
Imagen de dominio público.
Los primeros mapas eran más artísticos que científicos. No solo porque muchas zonas de la Tierra eran ignotas, sino también porque la falta de información sobre vastos puntos del planeta, sobre todo las conexiones oceánicas, daban espacio a la imaginación del cartógrafo, que era todo una autoridad y un artista. Un navegante no podía prescindir de ellos y en los palacios monárquicos, siempre había un cartógrafo que explicaba el mundo al soberano.
"Desde los tiempos más remotos han sido objeto de estudio cuestiones relativas a la forma y tamaño de la Tierra, su posición en el espacio, condiciones físicas de su superficie y distribución de aguas y tierras (...)", escribió Konrad Kretschemer en su Historia de la Georgrafía.1
Para trazar la antigüedad de la cartografía hay quienes afirman que esta actividad tiene sus orígenes en la descripción prehistórica de territorios de caza y pesca. Los que vindican a los babilonios como los primeros cartógrafos lo hacen porque hay vestigios de un mapa que produjeron, proyectando su concepto de mundo en una superficie plana y circular.
"Desde el siglo XI y todavía más, desde el XIII, el horizonte geográfico se fue iluminando poco a poco en virtud de los nuevos descubrimientos; pero los conocimientos nuevamente adquiridos no contribuyeron tan pronto a la renovación y transformación de las ideas geográficas", aunque sí fueron aprovechados en la joven ciencia cartográfica, puntualiza el mismo Kretschemer. 2
En los mismos días medievales en que los habitantes de las ciudades construían catedrales de torres altas para ostentar el poder de su burgo, ya era posible definir a la cartografía como el arte y la ciencia de representar un área geográfica, usualmente en una superficie plana, como un mapa o una cuadrícula.
Quizá la representación de un área no tendría divisiones políticas y culturales sobrepuestas a temas no geográficos y otros datos sofisticados, pero normalmente los mapas ya estaban acompañados de figuras de la vida cotidiana, a manera de ilustración e información, como un barco, un pez o una planta, así como de objetos altamente simbólicos, fuera un monstruo o una sirena.
Las primeras bases de la cartografía fueron establecidas en los siglos I y II de nuestra era por Ptolomeo y sus sucesores. La Guía de Geografía, llamada en griego Geographiké hyphegesis, es un libro que dejaron como herencia a la humanidad.
De él trascendieron a la Edad Media algunas referencias que permitieron una reconstrucción aproximada del original mapa ptolomeico, con base en datos de coordenadas contenidas en fragmentos de Geographiké hyphegesis. La Tierra está trazada a partir de la técnica de proyección cónica, que genera una imagen semicircular, tiene varias anotaciones en latín y cuenta con nomenclatura geográfica, que ya era normal en las cartas de navegación medievales.
En los costados aparecen seres mitológicos con sus respectivos nombres, mezcla de la nomenclatura griega y latina, que indican el origen de los vientos. Favonius Zephyrus está en el lado izquierdo y Subsolanus, en el derecho. Otras diez deidades aparecen por arriba y por abajo, todos con sus mejillas infladas, los labios en punta y exhalando con mayor o menor fuerza.
En estos documentos hay ciencia, matemáticas, geometría y latitudes y longitudes, conceptos fundamentales para ubicar de manera abstracta cada espacio terrestre y para calcular las distancias que hay entre los distintos lugares. El mapa cuenta con coordenadas este-oeste y norte-sur, divididas éstas últimas por un circulus equinoccialis; en el hemisferio norte, más completo que el del sur, está atravesado por el trópico de cáncer.
Primera versión del mapamundi de Ptolomeo, elaborada
entre 1450 y 1470 por Maximus Planudes.
Imagen de dominio público.
Identifica la ubicación de tres continentes, Europa, Asia y África; y aunque no presenta los contornos reales, fue concebido como mapamundi. La región conocida ahora como Gran Magreb lleva el nombre general de Libia y la región subsahariana está denominada como Ethiopia. Sitúa el Mare Indicum, el gran río Nilo, la península arábiga con un grado de precisión notable, el río Amarillo en China y la isla de Ceilán extradimensionada. El margen inferior lleva la leyenda Terra incognita.
Después de su producción originaria en el año 160 de nuestra era, el mapamundi de Ptolomeo se perdió totalmente. Sin embargo, se produjeron al menos dos versiones medievales con base en datos tomados de la Guía de Geografía de Ptolomeo, que circularon en griego, árabe y latín, marcando un antes y un después en la cartografía, puesto que es el mapamundi más antiguo del que se tiene evidencia.
La versión más acabada es de 1482, se atribuye a Johannes Armshein y es bicromática, en tonos azul y amarillo. Antes, entre 1450 y 1470, fue elaborada otra versión de Maximus Planudes, con un más evidente trazo cónico y menos anotaciones y detalles de nomenclatura. Pese a sus limitaciones estas piezas cartográficas llevan inevitablemente a reflexionar sobre el enorme esfuerzo que ha significado el conocimiento del planeta, paso a paso, día a día.

1Kretschemer, Konrad, Historia de la Geografía, Buenos Aires, Editorial Labor, segunda edición, 1930, p. 7.
2Op cit, p. 36.

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