viernes, 5 de marzo de 2021

Abriendo caminos: la historia de la imprenta y la prensa en Montevideo

Benjamín Fernández y Medina, La imprenta y la prensa en el Uruguay desde 1807 a 1900, Montevideo, Imprenta de Dornaleche y Reyes, 1900, 87 pp. Reseña.

Aviso publicado en El Estenógrafo de
Montevideo, en los primeros días
de mayo de 1834. Foto: GGEM
Justo en el cambio de siglo, apareció en Montevideo, Uruguay, un libro sobre la historia de la imprenta y la prensa en esta ciudad, que en su momento fue una rareza editorial. El tema registraba pocos antecedentes, derivados principalmente de los trabajos de Antonio Zinny, historiador hispano-argentino, y de Isidoro de María, cronista uruguayo; ambos se habían ocupado de documentar el pasado decimonónico de la región de Río de la Plata, en lo que corresponde hoy a las repúblicas de Argentina y Uruguay, abriendo caminos a la posterior investigación histórica profesional.

Aquel fue un libro pequeño, pero significativo, publicado por Benjamín Fernández y Medina (1873-1960), narrador, poeta, cronista histórico, periodista, colaborador de un diario católico llamado El Bien y diplomático al servicio de su país. Dio a su obra el título de La imprenta y la prensa en el Uruguay desde 1807 a 1900, indagando por su propia cuenta, pero valiéndose también de los estudios previos de Zinny y De María, sobre todo para establecer la correspondencia entre los actores de la historia de la prensa y sus obras materiales, en un intento por describir y explicar una materia poco tratada hasta entonces en las obras historiográficas.

Desde el principio de su exposición, Fernández y Medina rindió tributo a Zinny, al calificar su investigación en torno al periodo 1807-1852 de "catálogo admirablemente documentado y anotado [...]".1 Los cortes periódicos de Zinny parecen reflejar más el desarrollo de los acontecimientos políticos que los del desarrollo de la imprenta y la prensa en Montevideo. Y salvo por una ampliación temporal, la periodización de Fernández y Medina parece también al servicio de la comprensión histórica de la política.

Es de llamar la atención que a pesar de que su obra no es consistente con las conceptualizaciones teóricas de la historiografía en el siglo XX, Zinny elaboró su investigación siguiendo un método, sin elaborar mayores justificaciones. Fernández y Medina, en cambio, imbuido probablemente de las influencias del positivismo científico de la época, informó en el texto de la "Introducción" acerca del criterio de selección que aplicó para escribir su obra y dio una explicación de su método y de las razones por las cuales las tomó en cuenta para su relevamiento: "por ser iniciales, por las circunstancias en que aparecieron, por sus redactores, por la actividad que tuvieron ó la influencia que ejercieron en hechos de importancia, ó por haber aportado una innovación valiosa ó un progreso de consideración, ya sea moral, ya para el periodismo ó para la imprenta [...]"2

La obra de Fernández y Medina representa un esfuerzo de conjugación de los datos básicos de la producción impresa periodística y sus actores en el contexto político del siglo XIX en Montevideo, que reúne en un solo texto observaciones propias sobre el tema, combinados con los antecedentes obtenidos por Zinny y De María, que fueron testigos del proceso descrito. Quizá el mayor mérito de esta investigación fue el haber puesto claramente sobre la mesa un primer periodo de la historia de la prensa, aquel que se puede llamar preindustrial, antecedente del industrial que surge con la prensa de vapor y el de masas, con la producción de imprentas rotativas y los tirajes de miles de ejemplares. El libro publicado en 1900, sin embargo, no deja de ser suplementario de la historia política, antes que una reconstrucción de las prácticas del periodismo local y sus motivaciones.


De la imprenta jesuita a la Carlota y la Gaceta de Montevideo

En el virreinato del Río de la Plata fue establecida la primer imprenta en las misiones del Paraguay, aproximadamente en 1705, dice Fernández. Después en Córdoba del Tucumán en el también jesuita colegio de Monserrat, en 1767. Al ser suprimida la orden jesuítica en América en este último año, la imprenta cordobesa fue trasladada a Buenos Aires, aproximadamente en 1780. Se cree que el primer folleto salido de esa imprenta fue uno titulado "Representación del Cabildo de la ciudad de San Felipe de Montevideo" en 1781. De la imprenta cordobesa salió en 1801 el periódico llamado Telégrafo Mercantil, rural, político, económico é historiógrafo del Río de la Plata, que fue primero bisemanal y luego semanal, logrando circular en la región durante dos años.

El periodismo en aquel tiempo germinal era hecho por gente que tenía una fuente de ingresos derivada de otras actividades económicas. Otros ostentaban un cargo en la administración pública o eran oficiales de las fuerzas armadas. Ese fue el caso de el Telégrafo. Su redactor fue el extremeño, jurista y militar Francisco Antonio Cabello y Mesa (1764-1824); había participado en la redacción de un periódico en Madrid, llamado Diario Curioso, Erudito, Económico y Comercial, y en la fundación del Diario de Lima en 1790.3 En Montevideo, el Telégrafo tuvo como corresponsal al poeta español José Prego de Oliver (1750-?), administrador de la aduana de esta ciudad en el final del Virreinato del Río de la Plata.

La primera imprenta de Montevideo la trajeron los ingleses y sirvió para producir la publicación bilingüe The Southern Star/La Estrella del Sur. La sección inglesa fue redactada bajo la firma de Veritas, quien "según se cree", dice Fernández, fue en realidad un individuo conocido como M. Bradford. Atribuyendo el dato a Zinny, Fernández afirma que la versión en español fue escrita por "el cochabambino don Manuel Aniceto Padilla y el citado don Antonio Cabello y Mesa, fundador del Telégrafo" (1801).4

La Estrella del Sur publicó un prospecto el 9 de mayo de 1807 y cesó el 4 de julio del mismo año. Su colección consta de siete números y un extraordinario. En su contenido, se pueden encontrar muestras de una crítica al régimen colonial de España y el enaltecimiento de la prosperidad de Inglaterra. La imprenta de los ingleses, según Fernández, sirvió para imprimir textos propagandísticos que se enviaron a Buenos Aires y prueba de esto, agrega, es que en reacción a los dardos de propaganda, un Bando Real de la Audiencia del 11 de junio de 1807 prohibió la introducción o retención de gacetas inglesas de Montevideo, así como su lectura en público o en privado.5 La máquina de los ingleses se fue con ellos, dice Medina y Fernández, aunque después se supo, por investigaciones de José Toribio Medina, que fue finalmente vendida en Buenos Aires a la Imprenta de los Niños Expósitos.6

En 1810 llegó a Montevideo la imprenta regalada por la princesa Carlota para congraciarse con las autoridades y habitantes de "la muy fiel y reconquistadora", recibiendo el nombre de "Imprenta de la Ciudad de Montevideo". Esta máquina tenía tipos españoles variados. Su plancha alcanzaba para dar una hoja de 31x43 centímetros, el tamaño casi único de los bandos, proclamas y gacetas extraordinarias de 1810 a 1814.

Fernández compara los impresos de la motevideana con la de los Niños Expósitos de Buenos Aires y asegura que los tipos y las impresiones "eran mucho mejores". En este taller se produjeron textos que añadieron color a los habituales impresos de tinta negra, según se aprecia en la Gaceta Extraordinaria del 1 de diciembre de 1812, en rojo. Se hizo además el "Reglamento firmado para la Junta de Comercio de Montevideo..." en 1811.7

La imprenta obsequiada a Montevideo fue obtenida por Carlota con la ayuda del "conde de Linares", de acuerdo con una investigación de Isidoro de María, editor de prensa de mediados del siglo XIX, que dedicó un capítulo a la historia de la imprenta en un libro titulado Montevideo antiguo, el cual es citado por Fernández.8 La máquina tenía una prensa y seis cajones para armar la tipografía. Pero además la conexión con los portugueses se confirma porque los tipos de la imprenta eran iguales a los de la 'Impressao Regia', "según lo comprobamos por las gacetas del mismo tiempo".9

La infanta Carlota dirigió al Cabildo de Montevideo un mensaje que tanto Fernández como Isidoro de María y Clemente Fregeiro han considerado significativas a la hora de reconstruir la historia de la imprenta montevideana: "Yo os la remito para que uséis de ella con decoro y prudencia que os caracterizan".10 Respecto a la misma, el Cabildo valoró que la máquina fue entregada con "el loable fin de cimentar la opinión pública sobre sus verdaderas bases" y "fijar la verdadera opinión de los pueblos de este continente, publicando las noticias de nuestra península (ibérica) y su verdadero estado político, que había tratado de desfigurar la Junta Revolucionaria de Buenos Aires, para prevenir los ánimos á la ejecución de un proyecto de independencia".

En la visión de Fernández, las declaraciones de Carlota y el Cabildo motevideano revelan un fenómeno de comunicación política digno de su tiempo, centrado en el uso de la imprenta y sus productos. "Se ve claramente, por estas citas, cuánta importancia se dio y tienen como órganos de propaganda política en el Río de la Plata, los dos primeros periódicos publicados en Montevideo."11

En consecuencia, el Cabildo, según resolución del 24 de septiembre de 1810, resolvió que semanalmente se publicaran gacetas con noticias que se vendieran a un "precio moderado" para "todas las clases del pueblo".12 La máquina fue instalada en el Cabildo y el prospecto de la Gaceta de Montevideo apareció el 8 de octubre de 1810. Cinco días después apareció en "un cuarto" de pliego el primer número de esta publicación virreinal, que llevó al frente el escudo de armas de Montevideo, con las cuatro banderas inglesas abatidas, apresadas en la reconquista de Buenos Aires.

La Carlota sirvió para la producción de unas 150 ediciones de la Gaceta de Montevideo, entre ordinarias y extraordinarias, bajo la dirección de Nicolás de Herrera. Fue sustituido en agosto de 1811 por el abogado Mateo de la Patilla y Cuadra, quien a su vez fue reemplazado en la redacción y dirección por el "célebre" -dice Fernández y Medina- Fray Cirilo de la Alameda y Brea, hasta la publicación del último número del periódico virreinal, el (21 de junio de 1814), cuando además se entregó al ejército argentino-oriental, mandado por Alvear.

"A decir verdad, la tarea del redactor de la Gaceta no era de gran importancia. Como las otras publicaciones de esa índole, que veían la luz en Río de Janeiro, en Buenos Aires y otras ciudades de América, dedicaba una parte considerable á transcripciones de noticias de las guerras [...] á oficios y comunicados oficiales [...] reales decretos [...] bandos y proclamas de los virreyes y los gobernadores, etc. Sólo daba tema más actual y variado á la Gaceta de Montevideo, la oposición entre la Junta de Gobierno de Buenos Aires y el virrey Elío y los montevideanos", escribió Fernández y Medina.13


De la Imprenta de la Ciudad de Montevideo y El Sol al fantasmal Periódico Oriental

Una vez que Alvear tomó el poder en Montevideo, acabando con el virreinato de Río de la Plata, el nuevo gobernante sustituyó a la Gaceta con El Sol de las Provincias Unidas. Su redactor fue Manuel Moreno, "doctor" [en derecho], secretario delegado y gobernador político y militar de la Provincia de la Banda Oriental, don Nicolás Rodríguez Peña. Fue su colaborador principal Antonio Díaz, quien llegaría del ejército general. Fernández apunta que, según Isidoro de María, en realidad el redactor principal de El Sol fue Díaz. De igual manera, Antonio Zinny, "cuya Efemeridografía es de una gran exactitud y con datos directos, señala en la primera posición como redactor a Díaz y como colaborador a Moreno".

La colección de El Sol consta de 14 números, con un total de 52 páginas. Empezó a circular el 2 de julio de 1814 y terminó el 18 de septiembre del misno año. Publicó documentos relativos a la rendición de la plaza de Montevideo y el decreto que repuso a José Gervasio Artigas su grado de coronel del regimiento de Blandengues. "Se puede decir con razón -sostiene Fernández y Medina- que este periódico fue el que inauguró el verdadero periodismo en Montevideo, saliendo del molde estrecho y rutinario de las gacetas del dominio español".

La Imprenta de la Ciudad de Montevideo fue parte del saqueo que Alvear hizo de las propiedades públicas y privadas de los leales a España en 1814 y a finales del año, tras ordenar la clausura de El Sol, la tipografía fue llevada a Buenos Aires. Una prensa y unos tipos móviles, "los peores", fueron dejados a la deriva en Montevideo, tras el retorno de las tropas bonaerenses enviadas para apoyar la expulsión del ejército imperial hispano. Con aquellas piezas fue rehabilitada la imprenta y así se logró hacer la impresión de algunos textos, cuyas especificaciones no aclaró Fernández y Medina en su recuento.

La necesidad de contar con una prensa fue objeto de la preocupación del líder de la revolución oriental, José Gervasio Artigas. Prueba de ello es que a los enviados del Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata les exigió que aparte de las indemnizaciones cobradas a los españoles, se devolviera a Montevideo la imprenta tomada por Alvear. Poco después, Artigas recibió el proyecto de una publicación de cuatro páginas, conocido entonces como "prospecto" y actualmente llamado "número cero", fechado el 15 de octubre de 1815, bajo el nombre de Periódico Oriental.14 Se preveía que la publicación saliera a la luz una vez por semana, los viernes, insertando temas de industria, comercio, agricultura, artes y ciencias, así como las "ocurrencias" del día, dentro y fuera del país, según una expresión utilizada en aquel tiempo en el espacio hispanoparlante.15

Más allá del prospecto, del Periódico Oriental no se conoce una sola edición, a pesar del expreso deseo de Artigas de contar con un medio impreso en la Banda Oriental. Poner a circular un periódico era necesario "para fomentar la ilustración de nuestros paisanos", escribió Fernández, atribuyendo esta justificación al propio dirigente revolucionario, tomada a su vez del libro de Justo Maeso, El general Artigas y su época.16 Existe, en todo caso, la polémica acerca de si en su momento circularon ediciones regulares del Periódico Oriental. Fernández apuntó que, de acuerdo con Isidoro de María, sí se imprimieron "uno o dos números" y atribuyó la redacción al poeta "don Francisco Araúcho, que sería en tal caso el primero en el orden cronológico de los periodistas orientales; pero nos parece que hay error del veterano cronista, pues según la comunicación del Cabildo a Artigas [...] el periódico no pudo publicarse porque no había redactor, estando el señor [comerciante] Mateo Vidal enfermo y el presbítero Larrañaga muy ocupado por el curato". En su Historia de la prensa periódica de la República Oriental del Uruguay 1807-1852, Zinny apuntó que "solo hemos tenido a la vista el prospecto", elaborado en la llamada Imprenta de Montevideo, y afirmó que "ignoramos si salió a la luz el periódico, aunque creemos que no".

La polémica también se extendió a quién escribió el prospecto del Periódico Oriental. Fernández dice que las expresadas en él son "muy de Larrañaga" y coinciden con discursos suyos de la época, como el pronunciado en la inauguración de la biblioteca de Montevideo, el 26 de mayo de 1816. "Este punto queda, pues, a resolverse, y entretanto deben considerarse los primeros periodistas orientales, en el orden cronológico, don Santiago Vázquez, don Nicolás Herrera y don Pablo Zufriateguy, redactores en 1818 de la Gaceta del Pueblo y El Hurón [...]"

Antes de continuar con su visión del desarrollo de la prensa, Fernández y Medina afirma que un impreso sobre las fiestas mayas de 1816 demuestran que en Montevideo existía una "imprenta regular". La publicación titulada "Descripción de las fiestas cívicas celebradas en la capital de los pueblos orientales el 25 de mayo de 1816" es un folleto de 16 páginas de un octavo de pliego. Luce en la página 3 "un lindo grabado" representando el escudo de la Provincia Oriental con cimera de plumas y el célebre lema: "Con libertad ni ofendo ni temo".


De la Imprenta Federal a la Typographia do Governo

En 1818, el general chileno José Miguel Carrera17 (1785-1821) trajo a Montevideo una "imprenta viajera" llamada "Federal". Sus publicaciones llevaban las firmas de William P.Griswal18 y John Sharp, norteamericanos que, se cree, acompañaban a Carreras en su peregrinaje. La Gaceta de un pueblo del Río de la Plata á las Provincias de Sud-América y El Hurón fueron impresas en esta tipografía.

Con esta imprenta se imprimieron también manifiestos, cartas de Carrera y de un general de apellido Brayer. Mediante el uso de esta máquina, Carrera pretenedió generar la idea de que sus productos venían de los Estados Unidos, aunque todos sus colaboradores eran sudamericanos: los chilenos, Diego Benavente, Pedro Nolasco Vidal y Manuel Gandarillas, el general argentino Alvear y los orientales Santiago Vázquez, Nicolás Herrera y Pablo Zufriateguy.

De 1817 a 1829 se publicaron no menos de 25 periódicos, según la contabilidad de Fernández, muy probablemente hecha con base en la información de Zinny.

El primero en lengua portuguesa fue fechado en Montevideo el 11 de abril de 1822, seis años después la invasión brasileña a la Banda Oriental, y en su única edición llevó por título: Cisplatino ou Escholo da Veracidade.19 Otros periódicos de mayor vida en el mismo idioma fueron El Semanario Político (1823), Gazeta de Montevideo (1829) y el semanario bilingüe Gaceta Mercantil de Montevideo (1826-1829).

En apreciación de Fernández y Medina, otros tres periódicos de menor trascendencia fueron publicados en la década de 1820: El Pampero, El Aguacero y El Ciudadano, siendo Santiago Vázquez y Juan Francisco Giró, dos de sus destacados redactores.

La Gaceta Mercantil de Montevideo brilló entre todas estas publicaciones no solo porque tuvo la mayor duración, sino también porque publicó un texto historiográfico sobre lo que con el tiempo habría de ser nombrado como Uruguay, que pudo ser el primero si no se cuenta como tal el "Diario de Figueroa", en referencia al Diario del sitio de Montevideo en los años 1812-13-14, escrito en verso por Francisco Acuña de Figueroa, quien fue testigo del sitio, estando dentro de la ciudad entonces amurallada.20

Los periódicos escritos en español mencionados dan una idea de las costumbres de la época y para apreciar "la libertad de que gozaban los periodistas para satirizar á los dominadoes extranjeros y hasta para tratar de la independencia del país con la franqueza que puede comprobarse principalmente en El Ciudadano, redactado, según Zinny, por don Santiago Vázquez".21

En la década de 1820, llegaron más imprentas a Montevideo y todas ellas, según cita Fernández y Medina a Isidoro de María, fueron traídas desde Buenos Aires: la de Torres y la de J. M. Arzac. La de los hermanos Ayllon o de los Ayllones, fue inicialmente la máquina que había importado el chileno José Miguel Carrera, pero no se conformaron con eso, pues fundieron sus propios tipos metálicos y además construyeron una prensa para don Nicolás Botana. Una más cuyo origen específico se desconoce funcionó bajo la denominación Typographia do Governo.

En el periodo de dominación brasileña y entre las de propiedad privada, la principal fue la Imprenta de Torres. En este auge impresor, fue fundada en 1822 la Imprenta de la Caridad, adquirida y administrada por la Hermandad de la Caridad, que ya había establecido en la ciudad un hospital. En esta prensa salieron los mejores libros de 1823 a 1837, dice Fernández, sin mayores aclaraciones.

Otra prensa traída desde Buenos Aires en 1826 fue la Imprenta de la Provincia, que fue manejada por los tipógrafos Francisco Pareja y José María Rosete. En este taller fincado en Canelones se produjeron la Gaceta de la Provincia Oriental, de noviembre de 1826 a febrero de 1827; el Eco Oriental, de marzo a abril de 1827; el Registro Oficial de la Provincia. Con la misma máquina, pero en Durazno, se imprimió El Guarda de sus Derechos, de noviembre de 1827 a febrero de 1828. Aquella imprenta sirvió para la publicación de la Gaceta de la Provincia Oriental, primer periódico provincial hecho fuera de Montevideo, redactado por Gabriel Ocampo, Juan Andrés Ferreira y Franciso Solano de Antuña, según información de Fernández y Medina (dato que Zinny no proporcionó).

En otro empeño tributario de la historia política y no de la historia del periodismo, Fernández y Medina escribió que el Boletín del Ejército Republicano fue elaborado en la Imprenta de la Provincia, lo que por demás fue puesto en duda años después por Juan Ernesto Pivel Devoto, sin más explicaciones. Según Zinny, los brasileros también tuvieron un impreso de campaña, hecho en la Typographia Imperial do Exercito.


Antonio Díaz, el diarismo y el ocaso del pequeño taller de imprenta

El año 1824 fue altamente notable para la historia del periodismo en Montevideo, porque fue impreso el primer diario de esta ciudad, pero este dato pasa inadvertido en la investigación de Fernández y Medina, como también el hecho de que en 1829 y 1830 es cuando se afianza esta práctica periodística en la ciudad. Para este historiador, en esos dos últimos años se publicaron varios periódicos, "casi todos sin importancia, a excepción de El Universal", que comenzó a ser publicado en 1829 "bajo la responsabilidad del entonces coronel y después general Antonio Díaz". Comenzó como trisemanal y después como diario hasta 1838.

El Universal "es de una importancia considerable para la historia" en la década de 1830, "habida cuenta de las vinculaciones y tendencias políoticas de su redactor, el cual fué por otra parte, una personalidad eminente como militar, como escultor y como político. El Universal debe, en efecto, considerarse como el primer diario que sostuvo en la prensa la política del partido blanco (el del general Oribe), nás tarde llamado nacional".22

En la génesis de la vida republicana, la libertad de imprenta fue un tema relevante. En un discursos pronunciado durante los debates constitucionalistas, el letrado José Ellauri, al hablar de las libertades y derechos de los que debía gozar el pueblo oriental, apuntó que la libre acción de imprimir es "salvaguarda, centinela y protectora de todas las otras libertades". En este ambiente político, en el periodo de 1830 a 1837, la prensa adquirió un "desarrollo notable" con la publicación de 50 diarios y periódicos, escribió Fernández y Medina con base en el recuento de Zinny.23

En 1835 y 1836 circuló El Nacional, que tuvo varios redactores hasta que llegó Andrés Lamas, siendo muy joven, pero ya perfilándose para ser el diplomático y estadista que llegó a ser en la segunda mitad del siglo XIX. Fue asediado por el gobierno de Manuel Oribe, que "hizo cesar el diario y desterró al redactor al Brasil sin más recursos que la ropa puesta. En el orden cronológico, creemos que fueron El Nacional y don Andrés Lamas el primer diario y el primer periodista perseguidos [...]". Esta publicación, que reapareció en 1838 y mantuvo su factura por ocho años más, fue en la práctica el primer diario del Partido Colorado, fundado por Fructuoso Rivera. En su resurgimiento El Nacional fue redactado por Lamas y Miguel Cané, a quienes se agregó Alberdi. También fueron sus colaboradores Juan Thompson, Félix Frías, Luis Domínguez, Bartolomé Mitre y Rivera Indarte, que se hizo cargo de la redacción desde 1839 hasta 1845.

También a partir de 1835 se publicó El Parnaso Oriental, que Zinny cuenta como periódico por haberse publicado por entregas, aunque es una antología poética. El primero de los tres tomos fue publicado en Buenos Aires, pero los dos últimos en Montevideo, a cargo de la Imprenta de la Caridad. El autor de la compilación quedó como un anónimo, pero se sabe -y Fernández y Medina no lo reportó- que fue labor de Luciano Lima. Cada oda y cada verso está atribuida a su respectivo creador. La última entrega fue publicada en 1837. Fue Gustavo Gallinal quien la reeditó en 1927, haciendo las observaciones acerca de la recolección hecha por Lira, durante tres años.

Para 1838 ya se habían mudado a Montevideo los unitarios argentinos, que huyeron de la tiranía de Rosas, que se declaraba en el bando de los llamados federalistas. En ese contexto comenzó a existir el bimensual El Iniciador, que "reflejó la cultura de la época y las aspiraciones de la juventud, ya en medio de la lucha civil y en vísperas de la Guerra Grande". Lamas fundó El Iniciador con el argentino Miguel Cané. Tuvieron como colaboradores a Juan María Gutiérrez, Esteban Echeverría, Félix Frías, Tejedor, Juan Cruz Varela, Bartolomé Mitre y otros argentinos. Hubo en este periódico una "adelantadísima cultura literaria". Tradujeron a Lord Byron, Víctor Hugo y Lamartine. La importancia de El Iniciador atrajo la atención del escritor José Enrique Rodó, que publicó un estudio sobre este impreso en la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales en octubre de 1896.

La investigación sobre la historia de la imprenta de parte de Fernández y Medina se ocupa de un largo periodo de un siglo que se puede subdividir en dos lapsos. El primero corresponde a un periodo preindustrial en el que la imprenta era un pequeño taller con capacidad para producir alrededor de 400 copias diarias de un periódico de cuatro páginas. La invención de la prensa de vapor hacia mediados del XIX significó un paso hacia la prensa industrial, que en la medida en que se fue consolidando esta maquinaria y fue capaz de producir grandes tirajes, llevó a la prensa a su edad de oro, en las primeras décadas del XX. Esta nueva maquinaria fue introducida en Uruguay en la década de 1860, facilitando las condiciones para fundar El Siglo, que marca el salto de la prensa uruguaya del taller al periodo industrial industrial. Fernández y Medina lo describió de la siguiente manera:

"Al siguiente año (1863), apareció El Siglo, que inauguró una imprenta á vapor con máquina de retiración (la primera que hubo en el país). Este diario, que desde un principio señaló un progreso notable, sobre todos los publicados anteriormente y los de su época, fué también desde entonces un diario de importancia superior por el carácter de sus redactores y por sus informaciones completas. Fué el alma de su fundación y dirección durante mucho tiempo, don Adolfo Vaillant, francés de origen y tan inteligente como ilustrado; y redactores principales, en los primeros años, Elbio Fernández, Fermín Ferreira y Artigas, José Pedro y Garios María Ramírez, Julio Herrera y Obes y Pablo y Dermidio De María. Su historia está vinculada a la historia política y económica del país, desde 1863 hasta la actualidad, y sería Imposible prescindir de él para ese largo período. Lo que es La Gaceta Mercantil (1826-29), El Universal (1829-38), El Nacional (1835-36, 1838-46) y El Comercio del Plata (1846-51), para el período de 1823 á 1851, lo es El Siglo para el que abarca su publicación. Los primeros escritores del país han colaborado en él ó han sido sus redactores [...]"24

Durante los siguientes años, los periódicos siguieron saliendo a la luz cada vez con más frecuencia, pero también desapareciendo con poca gloria, de acuerdo con la crónica histórica de Fernández y Medina. El taller de imprenta se iría extinguiendo hasta dar paso a dos diarios que tendrían lugares prominentes en el siglo XX: El Bien (1878), un diario católico que luego agregaría un concepto a su título para denominarse El Bien Público, y El Día (1886). La prensa de masas vendría a tomar su lugar en Uruguay, en consonancia con el resto del mundo occidental. En la obra de Fernández y Medina, la narrativa tiene como hilo conductor el servicio que las tipografías rindieron a la política y no deja duda de que en su concepto la historia de la imprenta y de la prensa fue el de ser tributarias de la historia política.


1 Zinny, Antonio, Historia de la prensa periódico de la República Oriental del Uruguay 1807-1852, o. Casavalle Editor - Imprenta y Librería de Mayo, 1883. La obra fue publicada originalmente en 1869.

2 Fernández y Medina, p. 5.

3 Cabello Mesa realizó estudios de derecho en las universidades de Toledo y Salamanca. Viajó a Lima en 1789 y se integró a las fuerzas armadas del imperio español en 1793, tras la declaración de guerra entre España y Francia. Firmó textos con el seudónimo de Jaime Bausate y Mesa.

4 Zinny, Antonio, Historia de la prensa o efimeridografía de la República Oriental del Uruguay (1807 - 1852), p. 394.

5 Cita Fernández la Compilación de documentos relativos a los sucesos del Río de la Plata, desde 1806, Imprenta del Comercio del Plata, 1851, tomo II, p. 261.

6 Medina, José Toribio, Historia de la imprenta de los antiguos dominios españoles de América y Oceanía, tomo II. Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000. Consulta hecha el 1 de marzo de 2021. "El propietario de la Imprenta, a quien de ninguna manera convenía llevar a su patria la que tuvo establecida en la ciudad, no logró fácilmente encontrar comprador; pero al fin se puso al habla con los directores de la Casa de Expósitos de Buenos Aires y convino en venderles el establecimiento con todo lo que encerraba, prensa, tipos y utensilios en la suma de cinco mil pesos, que debían pagársele en cascarilla, a razón de doce reales cada libra. Ajustado el negocio en esa forma, procediose a desarmar la prensa y a encajonar los tipos, y ya el 29 de septiembre, cuando iban transcurridos sólo veinte días desde que los últimos buques de la escuadra británica se alejaban de su fondeadero, se procedía a embarcar en la balandra «Copiango», con destino a Buenos Aires y a cargo de don Francisco Trelles, la Imprenta que se llamó de la Estrella del Sur por la más importante y conocida de sus producciones." p. 455.

7 Fernández y Medina cita la obra del uruguayo Clemente Fregeiro, Artigas. Estudio histórico, Montevideo, Barreiro y Ramos editores, 1886.

8 Fernández, Op cit, p. 10.

9 Fernández, Op cit, p. 11.

10 Ver: Clemente Fregeiro, Artigas. Estudio histórico e Isidoro de María, Montevideo antiguo.

11 Fernández, Op cit, p. 11.

12 Fernández, Op cit, p. 12.

13Fernández, Op cit, pp. 12-13.

14Fernández, Op cit, p. 15

15Fernández, Op cit. p. 16.

16Fernández, Op cit, p. 15. Fernández señala que las afirmaciones de Artigas fueron tomadas del tomo I, página "395 y siguientes".

17 Fernández y Medina escribió el apellido de este militar nacido en Chile como Carreras. De hecho, su nombre exacto y completo fue José Miguel de la Carrera y Verdugo.

18 Aunque Fernández y Medina escribió el apellido con la grafía Griswal, lo correcto es Griswold.

19 Fernández escribió "Eschollo", pero es Escholo y significa escollo en castellano.

20 Acuña de Figueroa, Francisco, Diario del sitio de Montevideo en los años 1812-13-14, Montevideo, Ministerio de Educación y Cultura, 1978. Este testimonio literario, que no tiene una fecha de publicación original en el siglo XIX, puede ser considerado también de carácter periodístico por la cercanía de las descripciones y observaciones. Notas al pie escritas por José Pedro Barrán y Benjamín Nahum dan cuenta precisa del contexto y los hechos en que se desarrolla la trama de esta crónica poética y cotidiana. En una de esas notas, los historiadores hacen el siguiente apunte: "El autor de esta obra permaneció dentro de la plaza hasta mediados del siguiente mes de Julio [de 1814], en que logró a fuerza de empeños pasar a Maldonado, ocupado por tropas argentinas. En Setiembre de 1814 tomaron aquel puerto e hícieron prisionera su guarnición tropas regulares al mando de don Pedro Amigo y don Manuel Antonio Iglesias. El 4 de Octubre debiendo éstos desalojar el pueblo por aproximarse mayores fuerzas argentinas marcharon en efecto; el autor con licencia de ellos se embarcó para Río de Janeíro, de donde volvió definitivamente a su patria Montevideo, en Diciembre de 1817". Op cit, P. 363.

21Fernández y Medina, Op cit, p. 19.

22 Fernández y Medina, p. 22.

23 Fernández y Medina, p. 22.

24 Fernández y Medina, Op cit, P. 36.